3.9.08

Carta de Auguste Rodin a Camille Claudel


A partir de esta carta, y seguida por mi curiosidad innata descubrí a una artista mágnifica y tras ella una furiosa historia de amor...

Léan porfavor:

Mi feroz amiga

Mi pobre cabeza está muy enferma y ya no puedo levantarme por la mañana. Esta tarde he recorrido (horas) sin encontrarte nuestros lugares. ¡qué dulce me resultaría la muerte! Y qué larga es mi agonía. Por qué no me has esperado en el taller. ¿Dónde vas? cuánto dolor me estaba destinado. Tengo momentos de amnesia en los que sufro menos, pero hoy el dolor permanece implacable. Camille, mi bienamada a pesar de todo, a pesar de la locura que siento acercarse y que será obra tuya, si esto continúa. ¿Por qué no me crees? Abandono mi salón, la escultura. Si pudiera irme a cualquier parte, a un país en el que olvidara, pero no existe. Hay momentos en que francamente creo que te olvidaría. Pero de repente, siento tu terrible poder. Ten piedad malvada. Ya no puedo más, no puedo pasar otro día sin verte. De lo contrario, la locura atroz. Se acabó, ya no trabajo, divinidad maléfica, y sin embargo te quiero con furor.
Mi Camille, ten la seguridad de que no tengo ninguna amiga, y de que toda mi alma te pertenece.
El arte y la pasión se han dado cita en numerosas ocasiones a lo largo de la historia del arte. Uno de los ejemplos más trágicos es la relación entre Camille Claudel y Auguste Rodin. Con apenas 20 años, Camille entró a formar parte del taller de Auguste Rodin, iniciando una relación muy turbulenta con el escultor, ya que éste no abandonó nunca a su esposa ni a sus numerosas amantes. Este enriquecimiento mutuo, no exento de celos y rivalidad, acabaron destruyendo la relación, y a la propia Camille. Rodin muere en 1917 y Camille pasó treinta años en una residencia psiquiátrica, hasta su muerte en 1943, abandonada por su familia, a pesar de haber recuperado la cordura.

1.9.08

Camille Claudel: Talento, amor, locura y arte

De exquisito e inquietante talento, la escultora francesa Camille Claudel (1864-1943) esperó 40 años bajo tierra a que Anne Delbée le diera la fama novelando su vida, que es de tal dramatismo, injusticia y tormento que ha eclipsado su aportación al arte. Comtemporánea de Toulouse-Lautrec, Munch y Kandinsky, su obra es inseparable de la del gigante Auguste Rodin.No sólo porque fuera su maestro y amante, sino porque le inspira su mejor pieza, L'âge mûr.



Camille de ojos azules de su Champagne natal se traslada a París en 1883, donde ingresa en la academia Colarussi, uno de los pocos centros que acepta a mujeres. Tiene su primer encuentro con Rodin en 1883 y un año después empieza a trabajar en su taller. Él tenía 43 años y ella 19. Pasan 15 años juntos. Camille posa para el genio de la barba roja y colabora en la realización de Las Puertas del Infierno y Los burgueses de Calais.



Muy influenciada por el escultor, logra una voz propia. Camille, modelo y su musa de obras como la Danaïde o Fugit Amor, mantiene durante varios años con Rodin una relación complicada, conflictiva y con continuas interrupciones y crisis que enriquece la obra de ambos. Así, sus grandes trabajos parecen dialogar: El eterno ídolo, de Rodin con Sakountala, de Claudel, o El beso, del escultor frente a El abandono, de Camille. Ya que, a diferencia de otras grandes parejas del arte (Gala y Dalí, Modigliani y Jeanne Hébuterne), ambos son creadores.



Además de la competencia y los celos profesionales, el mayor problema es que Rodin está unido a la costurera Rose Beuret, a quien no tiene intención de abandonar por Camille, ni siquiera cuando ésta se quedó embarazada de un hijo que nunca llegó a nacer. Este triángulo inspira de una de las obras más importantes de Camille, L'Age Mur (La edad madura), en la que la propia artista, desnuda, arrodillada y suplicante, dirige sus manos hacia un Rodin también desnudo, quien le da la espalda mientras una mujer vieja, medio ángel medio bruja (Beuret) se lo lleva. Algunas interpretaciones convierten a Beuret en la misma muerte. En 1898 rompen definitivamente y entra en la vida de la artista el compositor Claude Debussy, pero también él está unido a otra mujer. Mientras, sus obras alcanzan cierto éxito y aparecen con frecuencia artículos sobre ella en las revistas de arte. En esta época de crisis emocional, Camille se encierra en su taller y se aleja del mundo. En diciembre de 1905, Camille realiza su última gran exposición.


30 años en un manicomio
A partir de ahí, sufre crisis nerviosas y depresiones que se agudizarán cada vez más y comenzará a destruir sus obras. Sufre la enfermedad sola y sin recursos, ya que su madre y su hermana desaprueban su forma de vida y su hermano Paúl está lejos. El 3 de marzo de 1913 muere su padre y una semana después la internan en el sanatorio de Ville-Evrard y en julio en Montdevergues, manicomio del cual, a pesar de su recuperación y sus lúcidos y desgarrados ruegos a su hermano, nunca jamás saldrá. A su ingreso se le diagnosticó "una sistemática manía persecutoria", acompañada de "delirios de grandeza", por los que se creía víctima de "los ataques criminales de un famoso escultor". Encerrada pasa los últimos 30 años de su vida, que el cine -Camille Claudel de Bruno Nuytten- y la literatura -Cuando nosotros los muertos despertamos, de Ibsen- han convertido en una auténtica leyenda, en la imagen de una mujer víctima de un maestro despótico, de una familia ingrata y de una sociedad cerrada y misógina.

Camille Claudel

Camille Claudel o las formas del deseo.
por : Adolfo Ramirez



Es ya de noche. Es el año de 1876. El Deseo, creador de todas las cosas, invade lentamente la habitación de una niña dormida, de catorce años apenas, llamada Camille Claudel. Penetra intempestivamente entre sus cobijas y recorre centímetro a centímetro la piel de su cuerpo. Explora cada uno de sus planos, ángulos y profundidades. Rastrea con su tacto cada uno de sus pliegues. Descubre volúmenes incipientes y curvas que apenas se forman. La invade toda.
Camille despierta y siente el Deseo. Se mira a sí misma mujer y no niña. No entiende aún de qué esta hecha la materia informe que la ha asaltado durante la noche. La intuye solamente. No sabe si escapar de ella o dejarse alcanzar. Sabe, si acaso, que tendrá que buscar darle forma en algún otro pedazo de arcilla o mármol. Sospecha, también, que el Deseo es una experiencia que no se olvida. Un extraño que a veces nos persigue y otras le perseguimos.
El Deseo ha encontrado a Camille Claudel. Camille Claudel le ha dado forma al deseo. Es tarde: el Deseo no dejará de perseguirle y ella no dejará de darle forma.




Para 1888 su Deseo adquiere síntomas de obsesión con un proyecto escultórico que perseguirá a Camille a lo largo de varios años de su existencia: Sakountala. Si, la Sakountala del drama hindú escrito por Kalidasa. La bella y pura mujer a la que el rey Dusyanta le pide perdón de rodillas por no haber cumplido su promesa ni haberla reconocido a ella y a su hijo. La escultura de Camille trata de reflejar el encuentro final de este drama amoroso. Sakountala es ejemplo de castidad y fidelidad conyugal llevada a la máxima abnegación. Es obvio que la relación de Camille con Rodin ha traído cambios en lo sentimental y lo artístico. Camille cree fervientemente en la posibilidad de consumar el Deseo.

Esta enamorada.
El Deseo toma forma en Camille. Camille toma forma en Sakountala. En gran formato, los cuerpos de la pareja están a una escala ligeramente mayor a la real. Los músculos pronunciados un poco más de lo normal, pero conservando de manera estricta las proporciones de la figura humana. La pieza forma una unidad sólida y firme, de gran cohesión y sencillez plástica. Así como Sakountala se funde casi con Dusyanta en la escultura, la técnica y el estilo de Camille se contagia del de su maestro y amante Auguste Rodin, aunque ya distinguimos elementos propios y constantes de Camille y su Deseo: la cabeza femenina inclinada en relación al cuerpo, la promesa en barro de detalles finos y texturas sensuales, y, lo más importante, una preminencia de lo expresivo sobre el instantáneo.
En Rodin, es prioritario capturar el “instante decisivo” (valga la expresión fotográfica) y plasmarlo en lo geométrico. En Camille ese instante esta dado en la expresividad y las emociones de los personajes que su arte crea y recrea. La imagen del joven rey hindú que aparece hincado pidiendo perdón frente a la madre de su hijo, no constituye un momento o instante esencial en el drama de Kalidasa. Es la escena culminante de un drama lleno de pasión y dolor. Camille Claudel lo entiende, y a su vez lo escenifica en la imagen tridimensional. El discípulo se aleja del maestro.


En 1895, Camille Claudel termina El Vals. Una escultura en bronce de la que logra arrancar un dinamismo sorprendente. La pareja de bailarines que la constituyen apenas se sostienen. Casi salen del espacio virtual de la escultura rompiendo sus ataduras con la roca para alejarse a danzar libremente por el salón imaginario. La tensión aumenta por el modo en que en un juego de ilusión perfecto los rostros de ambos amantes se entre tocan.
Esto gracias al movimiento y la velocidad de una fuerza centrífuga y centrípeta invisible que nace de su mismísimo centro de gravedad. Idéntica fuerza que permite a los amantes mantenerse estrechamente unidos a pesar de acariciarse sólo suave y delicadamente por el talle y por la mano.
El Vals de Camille no captura el movimiento. Lo ejecuta. Lo hace emerger y le da libertades. Lo dota de espacios. Le abre dimensiones. Lo mantiene perpetuo. El Deseo gira vertiginoso en las manos de Camille para darse significado en el lenguaje de las formas.
Pero el Deseo no conoce de lenguajes. Es Camille la que logra dar con ellos. Por momentos cree que controla ese Deseo que ocupa su cuerpo y es la causa de sus desvelos. Pulsión exigente en el pecho que busca hacerle el amor a sus imágenes.
Poco antes de hacer manifiesto el hecho de ser perseguida y de que los doctores la internaran en un “hospital para enfermos mentales“, Sakountala reaparece, pero esta vez sin ese nombre. Muchas cosas han cambiado. Ha roto con Rodin en lo sentimental, artístico y académico. Su Sakountala también ha roto con la creencia en la fidelidad conyugal y la abnegación. Ahora recibe otro nombre: EL Abandono.
La nueva pieza respeta a la primera en lo superficial. Salvo porque esta segunda está hecha en mediano formato, parecen a simple vista, copia la una de la otra. Pero no es así. El Abandono se aleja de Sakountala en su solidez y cohesión. Esta vez, algunas partes parecen no respetar las proporciones geométricas y el espacio virtual de la escultura. Mucho menos la proporción de la figura humana. A Camille ya no le interesa respetar a su maestro, ya no cree en su amante, se siente perseguida, finalmente, por su Deseo.
Las pantorrillas del hombre que aparece hincado (ya no podemos decir que sea el rey Dusyanta) son más largas de lo normal y carecen de los músculos subrayados. Son delgadas y separadas. Los pies salen de la base. La escultora nos deja ver aquello que antes únicamente se podía tocar. El cuerpo de la mujer también ha perdido peso. Se ha estilizado. Ya no carga con la fuerza de la abnegación: padece la soledad y la pérdida. Es la abandonada.
Aunque el amante regrese y le pida perdón nada podrá liberarla de la certeza inexorable de saber que el Deseo nunca se acaba de consumar, que nos alejamos de nuestro primer encuentro con él sólo para que nos persiga una y otra vez. Sakountala, virgen y mártir, no lo sabía. El Abandono de Camille sí lo sabe: estamos ante una de sus piezas más significativas y simbólicas. La prueba irrefutable de que la escultura de Claudel nos revela la fragilidad de la vida humana. Fragilidad plasmada en roca sólida, en bronce inquebrantable. Deseo y fragilidad que ni el mismo Rodin pudo plasmar en su obra.
Auguste Rodin dijo de ella: “Yo le mostré donde encontrar oro, pero el oro que ella encuentre le pertenece”. Y Camille Claudel lo encontró… al lado del Deseo.

Camille claudel y Rodin



La pasión de Camille Claudel, un film que trata sobre la vida de la escultura parisiense del mismo nombre que conoció a Auguste Rodin; a parte de ser una de sus principales colaboradoras, fue también su amante y compañera durante algunos años; se convirtió en su modelo y su musa, inspirando obras como la "Danaïde" o "Fugit Amor", sin embargo ella siempre tuvo su estilo propio, creando obras como la hermosa "L'Age Mur" donde se esculpe a ella arrodillada y suplicante frente a Rodin, quien le da la espalda y es llevada por una bruja. Con esta obra presagio su final; Camille Claudel termino peleándose con Rodin, lo insultaba constantemente y siempre creyo que existía un complot tramado por él contra si misma; fue dejada a un lado tanto por el público como por la crítica y se peleo con todo el mundo que la rodeaba, destruyo sus obras y se aisló en su casa de la que nunca salía, sufría paranoias y delirios de persecución, hablaba a las paredes y nunca se bañaba; al final fue trasladada a un Sanatorio Mental a la fuerza[17],el cual nunca abandonó hasta su muerte en 1943.



Obras de Camille Claudel

22.8.08

Camille Claudel

Todo fue un maremagno de locura en el mismo momento que tus ojos cruzaron con su luz en mi penumbra y dejè de ser yo para volverme el eco de un nosotros.
¿Recuerdas?
Nos despertó la bestia de la sangre y soltamos con furia los cinceles vibrantes de tus manos a mis manos para esculpirnos nuevos roce a roce pulirnos los errores beso a beso tan solo para amarnos…
Sentimental violento amor desmesurado donde por cada absolución de esquirlas la cerámica tibia de mi cuerpo fue cóncava hornacina para el crisol ardiente de tu barro.
Todo fue, ya lo ves, sin importar el donde como y cuando.
¿Miras?
Tu ausencia me ha dejado solo el mármol en un bloque compacto de vacíos amorfos y desnudos que resbalan sobre mi mundo en gris de muros blancos.
Y tu lejano augusto y estatuario has elegido deshojar tus vientos en las rosas más limpias de pecados quizá para olvidar que ya conoces en mi vientre las puertas del infierno.
Voy a morir mañana con tu nombre en un albor de muros siempre en alto -siempre en blanco- con los ojos abiertos y en la espera de aquel
cuando nosotros los muertos despertamos…